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Santiago: Viernes 26 de abril del 2024 | Actualizado 13:50
La reunión del Congreso Nacional del Pueblo (CNP) y su órgano asesor, la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, reúne a delegados elegidos de todo el país para discutir las prioridades gubernamentales y recibir instrucciones de los líderes administrativos del Partido Comunista. Con aproximadamente 3.000 miembros, el CNP está bajo el control del conglomerado político y las decisiones se toman por adelantado, pero también se ofrece una instancia en que los líderes comentan sobre las urgencias del país.
En la instancia, describe la Associated Press (AP), el Partido Comunista rechaza cualquier papel de los miembros de oposición y la eventual separación de los poderes ejecutivos, judicial y legislativo. Es más, su líder, Xi Jinping, eliminó los límites de su mandato, lo que podría ponerlo en control de por vida.
Este año, en el que se conmemora el centenario de la fundación del Partido Comunista, se espera que los líderes repitan una afirmación muy publicitada, aunque difícil de calificar, de que ninguna parte del país -de 1.400 millones de personas- permanezca sumida bajo la pobreza extrema.
El estado de la segunda economía más grande del mundo tomará prioridad entre los innumerables temas presentados por el primer ministro Li Keqiang en su discurso de apertura. En 2020, en medio de la pandemia del covid-19, no se emitió ningún objetivo de crecimiento financiero, pero desde entonces que China ha hecho caso omiso al impacto de la crisis sanitaria y se espera que comience a cambiar su enfoque hacia los esfuerzos a más largo plazo para hacer de la nación una potencia tecnológica menos dependiente del comercio.
Este año se verá el inicio del decimocuarto plan quinquenal, un vestigio de la economía planificada que habla del papel perdurable de las empresas estatales, desde los bancos hasta los astilleros. Después de un crecimiento mínimo del 2,3% en varias décadas del año pasado, los especialistas pronostican que sería fácil alcanzar el 7% a medida que la fabricación y el gasto se recuperen.
En la ciudad semiautónoma de Hong Kong, China se está moviendo para eliminar la posibilidad de que los políticos de la oposición ganen cargos, diciendo que sólo los patriotas leales al Partido Comunistas puedan tener un papel en el gobierno. Esto podría llevar al CNP a reasignar votos en el comité que selecciona al líder de la ciudad, para privar la participación de un pequeño número de consejeros electos del distrito local.
Una amplia ley de seguridad nacional, aprobada por el CNP en 2020, ha tenido un efecto paralizador en la libertad de expresión y la actividad política de la oposición en Hong Kong. Ante esto, China dice que la ciudad necesita estabilidad después de meses de protestas contra el gobierno en 2019, mientras que los críticos aseguran que Beijing ha abandonado en gran medida su promesa de permitir que la ex colonia británica mantenga sus propias instituciones legales, económicas y sociales hasta 2047.
Hay muchas expectativas de que el decimocuarto plan quinquenal alinee las políticas nacionales con los compromisos internacionales sobre la crisis climática. En esta línea, en septiembre pasado, Xi Jinping hizo una sorpresiva promesa en la ONU de que China se volvería neutral de carbono para 2060. También prometió que su país -actualmente el mayor emisor mundial- alcanzaría su peak de carbono para 2030.
Por años China ha sido un líder mundial en agregar energía solar y eólica a su suministro, mientras continúa construyendo nuevas plantas de carbón, incluso en el extranjero bajo su “Iniciativa de la Franja y la Ruta”. Para esto, el país asiático necesitará reducir drásticamente su dependencia del mineral negro, y contrastar el fuerte smog que cubre la capital continuamente.
La reunión de este año se produce cuando China y Estados Unidos intentan suavizar el tono cáustico de las relaciones que prevalecieron durante la administración de Donald Trump. Si bien Joe Biden mantiene la presión sobre el comercio y la tecnología, el nuevo Presidente ha mostrado su voluntad de restablecer el diálogo.
Sin embargo, China no ha mostrado ninguna disposición a ceder ante el apoyo de EE.UU. al Taiwán reclamado por Beijing, y las críticas a las políticas chinas en Hong Kong, Tíbet y Xinjiang.
Asimismo, China también continúa su desarrollo militar y recientemente aprobó una ley que autoriza a su guardia costera a usar la fuerza para eliminar cualquier presencia extranjera en lo que considera aguas e islas chinas. En esta línea, el primer ministro Li anunciará el presupuesto para la milicia, cuyo aumento del 6,6% el año pasado fue el más bajo de los últimos tiempos.
China ha controlado en gran medida la transmisión local del coronavirus, pero no se arriesga mientras los niveles de vacunación siguen siendo relativamente bajos. Como fue el caso del año pasado, las dos reuniones se llevan a cabo en un horario truncado con reporteros que cubren los procedimientos desde un centro de medios remoto.
Si bien en 2020, el país asiático pospuso las reuniones hasta mayo, China ha vuelto a celebrarlas en marzo de este año en lo que la agencia de noticias oficial Xinhua describió como “una señal de confianza”.
“El acuerdo vuelve a confirmar que la vida política, económica y social de China está volviendo a la normalidad”, dijo Xinhua en un comentario el miércoles. Como es habitual, en la capital se ha reforzado la seguridad con paramilitares patrullando cerca del Gran Salón del Pueblo donde se realizan las reuniones y haciendo guardia en las estaciones del metro.
