Sobre Clarisa (izquierda) y Desiree pesan 27 cargos formales.
AP
Las dos
mujeres acusadas de asesinar en abril pasado a
Marlén Ochoa, una
joven embarazada a la que dieron muerte en Chicago (EE.UU.) para
arrancarle del vientre a su hijo, se declararon
no culpables este lunes de la posterior
muerte del niño.
Clarisa Figueroa, de 46 años, y su hija
Desiree, de 24, comparecieron ante un juez de la corte del condado de Cook (Illinois), donde se les leyó un
nuevo cargo de homicidio en primer grado, esta vez
por la muerte de Yovani López.
En una breve audiencia,
el juez escuchó las declaraciones de no culpabilidad y
resolvió que las dos sigan detenidas sin derecho a fianza.
Madre e hija
ya habían recibido 27 cargos formales, que incluían homicidio en primer grado, secuestro agravado, agresión agravada contra un menor y desmembramiento de un cuerpo.
Yovani fue rescatado con vida el 23 de abril, pero sufrió daños cerebrales después de que asesinaran a su madre y lo arrancaron de su vientre.
Finalmente
falleció el 14 de junio, después de permanecer un mes y medio conectado a un respirador artificial en un hospital de un suburbio de Chicago.
Las dos mujeres fueron arrestadas en mayo, cuando la Policía aseguró que
habían asesinado a Ochoa, de 19 años,
para robarle el niño que Clarisa pretendió pasar como propio.
La joven fue atraída a una casa en el suroeste de la ciudad
con la promesa de donarle ropas y un coche de recién nacido, entre otros artículos.
Según la Fiscalía,
Clarisa había anunciado en octubre que estaba embarazada y en los meses siguientes
orquestó con su hija un plan para asesinar a una mujer embarazada y robar al niño.
El cuerpo de Ochoa fue arrojado a un contenedor de basura, donde fue encontrado el 14 de mayo.
El personal del hospital donde atendieron al bebé dijo que Clarisa no presentaba señales de haber dado a luz, pero pasaron dos semanas antes que se descubriera el engaño gracias a pruebas de ADN.
La familia de Ochoa agradeció el nuevo cargo de homicidio agregado a la causa, pero reclamó que también se acuse de lo mismo al novio de Clarisa, Piotr Bobak, que, según los fiscales, limpió la escena del crimen y confirmó la historia de que el bebé les pertenecía.
"Queremos que tengan un juicio justo, que pasen el resto de sus vidas en la cárcel y una eternidad en el infierno", declaró a medios locales la activista comunitaria y vocera de la familia, Julie Contreras.