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"Renuncio al uso de ventilador mecánico": El debate que abre la voluntad de algunos adultos mayores de ceder insumos médicos

La idea fue propuesta por el periodista Abraham Santibáñez, quien manifestó a sus 82 años su deseo de no ser conectado a un respirador artificial "si con ello se puede salvar otra vida". La voluntad apunta a facilitar un dilema ético que se le podría presentar al sistema de salud.

09 de Abril de 2020 | 16:40 | Por Consuelo Ferrer, Emol
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El Mercurio/Imagen referencial
"Este es un mensaje dirigido a quienes, como yo, tienen más de 80 años", aseguraba este miércoles el periodista y ex director de La Nación, Abraham Santibáñez, en una carta a El Mercurio, al plantear una iniciativa personal en el contexto de la pandemia que afecta al mundo y el país, y que eleva la demanda de insumos de salud.

"Estoy por cumplir 82 años en junio próximo. Tengo ganas de seguir viviendo y de compartir todavía un tiempo más con mi familia y, muy especialmente, con mi nieta María Pía, que recién se asoma a la vida. Al mismo tiempo, sin embargo, no puedo ignorar que es muy posible que se llegue a un momento en que los médicos deban enfrentar un terrible dilema ético al tener que escoger a qué paciente apoyar con tratamientos intensivos", explicó.

"Para ayudar a resolver ese dilema, aunque sea un pequeño aporte, renuncio desde ya a ser conectado a un respirador artificial si con ello se puede salvar otra vida", aseguró Santibáñez. "Lo considero un deber de solidaridad y, junto con dar a conocer esta idea, invito a quienes piensen como yo a que se sumen a este esfuerzo".

Su llamado hizo un rápido eco. "Creo, como Abraham, que superados ya los 80 años, nos queda la hermosa posibilidad de salvar vidas de pacientes jóvenes", le respondió el también periodista Leonardo Cáceres. "Amo la vida, estoy agradecido por las inmensas experiencias, positivas y negativas, que me ha deparado. Pero creo mi deber solidario colaborar con esta expresión de voluntad a resolver un eventual dilema médico ético", agradeció.

"Yo también renuncio al uso de respirador mecánico en favor de personas más jóvenes. Soy sacerdote de 68 años y jamás permitiría que mi vida se antepusiera a otra", dijo por su parte el presbítero Enrique Opaso, de la diócesis de Valparaíso, a través del mismo medio.

"Al mismo tiempo, sin embargo, no puedo ignorar que es muy posible que se llegue a un momento en que los médicos deban enfrentar un terrible dilema ético al tener que escoger a qué paciente apoyar con tratamientos intensivos"

Abraham Santibáñez
"Invito a muchos a dejar por escrito esta opción y dar libertad a los médicos que debieran elegir en algún caso de colapso. Tal vez alguien cree una plataforma digital para inscribirnos y dar respuestas oportunas en el momento indicado", agregó.

El intercambio pone el foco en una opción personal que puede resultar polémica, pero que, explican los profesionales de salud, es válida: ante un eventual colapso del sistema de salud, ¿puede alguien, basado en su estado general de salud, ceder la posibilidad de recibir ventilación mecánica a otra persona?

Un escenario complejo


Se trata de un escenario que ningún país quiere enfrentar. En Italia, en la zona de Lombardía, donde el virus alcanzó tal violencia que sobrecargó los hospitales, se crearon protocolos de priorización para el ingreso a cuidados intensivos. Quienes tuvieran más de 80 años no serían conectados a respiradores.

En Chile, en tanto, esa realidad se encuentra todavía muy lejana, aunque los expertos advierten que un descontrol en el avance del virus podría llevar a un escenario complejo. Por eso es que el tema fue abordado por la Mesa Social covid-19, que estableció lineamientos éticos para enfrentar estas encrucijadas, ante la finitud de los suplementos médicos y el recurso humano.

En la instancia se ha discutido que, pese a la escasez de recursos, “no se puede renunciar a cuidar de un paciente” y que las decisiones que se tomen no deben basarse "exclusivamente en criterios técnicos o económicos”. Lo que propone el Centro de Bioética de la UC, universidad a cargo de dicho trabajo dentro de la mesa, es "hacer lo que es proporcionado a la condición clínica del paciente".

"Es necesaria una valoración contextual de las posibilidades de recuperación, así como de la posible futilidad de tratamientos y monitoreo habitualmente costosos”, plantearon. La edad, afirman, "solo debe ser una referencia para definir el estado de salud y pronóstico del paciente" y "no debe ser un criterio en sí mismo ni mucho menos el único criterio dirimente".

La pregunta que surge, entonces, es cómo dialoga la evaluación médica de las posibilidades de recuperación de un paciente realizada por el equipo a su cargo y su propia voluntad de rechazar con anterioridad que en él se utilicen recursos que son contados.

Una decisión "altruista"


"El principio que está detrás de la carta es respetar la voluntad o la autonomía de una persona que, en pleno uso de sus facultades mentales, ha determinado que ciertos procedimientos médicos no los quiere recibir. Dicen que ya completaron su ciclo vital, y no quieren ser conectados a un respirador. Eso me parece razonable", explica a Emol la integrante del Departamento de Ética del Colegio Médico, Sofía Salas.

La carta de Santibáñez, asegura, es correcta. "Lo que está haciendo no es rechazar una terapia médica, sino que, en el caso que sea necesario priorizar, por ejemplo si la situación involucra a dos personas en igualdad de condiciones clínicas, él prefiero que ese recurso escaso lo reciba alguien cuya perspectiva de vida futura es mucho más larga que la de él", explica. "En su carta él dice: yo quiero seguir viviendo, quiero ver crecer a mi nieta, no es que esté rechazando de plano una terapia médica, sino que pide que, en una situación de emergencia, se tome en consideración que quizás una persona más joven podría beneficiarse más".

"El momento de hablarlo es cuando estamos tranquilos, planteando casos hipotéticos. Alguien que tiene una patología crónica que ya le significa limitación importante en su calidad de vida, que está cansado, deteriorado, creo que es bueno permitirle a esa persona que pueda decir, en un caso hipotético, ‘yo no quiero más’. Eso es lo que ha sido llamado ‘respetar las voluntades anticipadas’ que ha manifestado esa persona"

Sofia Salas, Colegio Médico
Se trata, a su juicio, de una decisión que en principio sí es una facultad que corresponde al paciente. "En condiciones habituales, uno siempre considera su opinión para poder tomar una decisión clínica, y cuando la persona está grave y no puede manifestar su voluntad, porque por ejemplo está comprometida de conciencia, lo que ha expresado antes y sus preferencias tienen un valor importante, son un elemento a considerar", expone. En este caso, dice, se trata de una "actitud benevolente, altruista decir: yo me voy a postergar porque que hay otro que puede necesitarlo más".

Al tratarse de una decisión médica que se toma en momentos de crisis, es probable que el paciente no esté en condiciones en ese punto de expresar su voluntad, por eso el rol de las familias también resulta importante. "Es muy complicado ir absolutamente en contra de la opinión de la familia", señala Salas, un fenómeno que a veces ocurre en la donación de órganos: los familiares se oponen a que se realice, pese a que la persona haya manifestado su voluntad de hacerlo previamente.

Por eso, sugiere, el momento para que las familias lo conversen debe ser previo a una posible crisis. "El momento de hablarlo es cuando estamos tranquilos, planteando casos hipotéticos. Alguien que tiene una patología crónica que ya le significa limitación importante en su calidad de vida, que está cansado, deteriorado, creo que es bueno permitirle a esa persona que pueda decir, en un caso hipotético, ‘yo no quiero más’. Eso es lo que ha sido llamado ‘respetar las voluntades anticipadas’ que ha manifestado esa persona", dice.

Sin embargo, aclara que dicha voluntad de algunos pacientes no debe traducirse en que se piense que ninguna persona mayor de 80 años van a recibir la atención médica que necesita. "Tampoco es bueno decir ‘nadie que tenga esta patología va a ser admitido’, porque cada caso es individual, pero yo creo que es buen momento de conversarlo en familia", concluye.

Una decisión personal


Para el doctor Domingo Castillo, geriatra y director médico del Hospital Clínico de la U. de Chile, Chile avanza hacia que “las decisiones mayúsculas que tengan que ver con la vida de una persona se tomen en conjunto y no sean unilaterales del equipo médico”.

“Existe en Europa y en EE.U. y Chile está transitando a eso que se llama estamento vital o directrices anticipadas, donde una persona dice, como puede decir soy donante o no soy donante, qué quiere y qué no quiere que hagan con él el día en que se encuentre en una situación crítica, como por ejemplo una unidad de cuidados intensivos: pedir que no le hagan reanimación, lo intuben o le hagan diálisis”, dice.

“La edad en sí no es un parámetro para determinar el valor de una vida o la razón o necesidad de insistir en un tratamiento. Todas las historias y biografías de las personas tienen un valor intrínseco que no se somete a la comparación de otro”, dice. “Cada vida tiene un valor, aunque alguien tenga más edad que otro, y eso no es medible ni comparable”

Domingo Castillo, geriatra
En el caso específico de Santibáñez, Castillo destaca que se trata de una “actitud loable y solidaria” de su parte. “Pero al mismo tiempo, yo considero que quizás él está actuando con un criterio que puede ser discutible, y es el de que una persona sea más joven. Eso no necesariamente implica un mayor valor que el de una persona que tenga más edad”, explica.

“La edad en sí no es un parámetro para determinar el valor de una vida o la razón o necesidad de insistir en un tratamiento. Todas las historias y biografías de las personas tienen un valor intrínseco que no se somete a la comparación de otro”, dice. “Cada vida tiene un valor, aunque alguien tenga más edad que otro, y eso no es medible ni comparable”, añade.

Lo que le preocupa, explica, es que por el hecho de ser una declaración pública pueda llevar a que otras personas mayores de 80 años se sientan obligadas a manifestar la misma voluntad. “Eso podría ser incómodo y a mi juicio podría no ser aceptable por todo el mundo”, advierte.

“Cualquiera puede tener una pasión por la vida y se debe respetar en cada uno el derecho a que siga viviendo y que no tenga que ser sometido a una planilla excel donde se anote si está de acuerdo o no está de acuerdo con que su cuerpo o su vida se someta a restricciones para que viva el otro”, finaliza.
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