Cientos de miles de habitantes se manifiestan contra las enmiendas propuestas a las leyes de Hong Kong, que permitirían que personas sospechosas sean extraditadas a China para ser juzgadas. Muchos sienten que la legislación socavaría el principio de “un país, dos sistemas”, al exponer a los residentes a un sistema legal turbio con menos protecciones. Una marcha aún mayor contra esta propuesta tuvo lugar la semana siguiente.
Los manifestantes toman las calles alrededor del Consejo Legislativo de la región administrativa, conocida como Legco, y evitan que los funcionarios entren para debatir el proyecto de ley de extradición. Algunos arrojan rocas y barricadas de metal a la policía. Los oficiales usan gases lacrimógenos para dispersar a las multitudes, convirtiéndose en una práctica habitual en los próximos meses.
En un día festivo, los manifestantes se abren camino hacia el edificio de la legislatura. Pintan lemas con aerosol en las paredes, derriban los retratos de líderes y desfiguran en la cámara principal el emblema de la ciudad de Hong Kong. Legco permanece cerrada por reparaciones durante unos meses.
Un gran contingente de oficiales militarizados chinos se dirige con vehículos blindados hacia Shenzhen, la ciudad continental que limita con Hong Kong. La presencia de la Policía Armada del Pueblo, cuyas funciones incluyen el control de multitudes y disturbios, genera especulaciones de que intervendrían en las protestas.
Por primera vez, la policía de Hong Kong despliega un cañón de agua en los enfrentamientos contra los manifestantes. A menudo este recurso se mezcla con spray de pimienta para causar una sensación punzante, y se tiñe con colorantes para marcar la ropa de quienes se unen a las protestas.
Sin un término de las protestas a la vista, la líder de Hong Kong, Carrie Lam, dice que el gobierno retirará formalmente la legislación de extradición. Sin embargo, para entonces las demandas del movimiento se habían expandido. Entre ellas se incluían investigaciones independientes sobre la presunta brutalidad policial contra los manifestantes, la liberación incondicional de los detenidos y una mayor democracia en las elecciones municipales.
Durante varios días los manifestantes ocupan varios campus universitarios y realizan barricadas. Luchan contra la policía y se generan los enfrentamientos más violentos vistos en los meses de protestas.
La oposición prodemocracia obtiene una gran victoria en las elecciones del consejo. Los resultados animan a los manifestantes, pero los partidos pro-Beijing mantienen el control de la legislatura, donde sólo la mitad de los miembros son elegidos por votación popular.
Las protestas disminuyen un poco en las semanas posteriores a las elecciones, y se desaceleran aún más por el brote del nuevo coronavirus. A mediados de abril, el arresto de 15 activistas demócratas desencadena pequeñas manifestaciones en los centros comerciales. Estas son interrumpidas por agentes de la policía, quienes acusan las medidas de distanciamiento en el tamaño de las reuniones públicas.
El Congreso Nacional del Pueblo de China ratifica la decisión de desarrollar leyes de seguridad nacional para Hong Kong. Los líderes del gigante asiático y de la región administrativa dicen que las protestas crearon una necesidad urgente de tales leyes. Activistas en favor de la democracia y muchos expertos legales temen una mayor erosión de la consigna “un país, dos sistemas”. Se espera que las leyes se promulguen a fines del verano.
