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¿Derrota para Santos?: Los efectos de la deserción de un grupo de las FARC en el acuerdo de paz en Colombia

Luego de que varios líderes de la ex guerrilla informaran que retomarán las armas, muchos se preguntan sobre la continuidad del pacto firmado por el ex Presidente colombiano, que incluso le valió un premio Nobel de la Paz.

30 de Agosto de 2019 | 08:11 | Por Valentina Salvo U., Emol
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Juan Manuel Santos (izquierda) y Rodrigo Londoño (derecha) se dan la mano junto con Raúl Castro. El acuerdo firmado por ambos podría correr peligro tras la deserción de algunos ex guerrilleros.

EFE
El 26 de noviembre de 2016, el Gobierno de Colombia, entonces liderado por Juan Manuel Santos, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron un acuerdo de paz que puso fin del mayor conflicto armado de la historia del país sudamericano. Sin embargo, a menos de tres años desde entonces, el acuerdo que le valió al ex Mandatario un premio Nobel de la Paz enfrenta un momento difícil.

En un video publicado antes del amanecer del jueves, un grupo de ex rebeldes dio a conocer su decisión de retomar las armas que habían portado por décadas. Al frente estaba Luciano Marín, conocido como Iván Márquez. Quien fuera el rostro visible de las FARC en las negociaciones por la paz en La Habana, ahora se convirtió en la imagen de la disidencia. A su lado, otros dos emblemáticos: Seuxis Hernández, alias Jesús Santrich, y Hernán Darío Velásquez, alias "El Paisa".

En su declaración cuestionaron no solo a la administración del actual Presidente colombiano, Iván Duque, sino que también al mismo Santos, recordándole los compromisos que adquirió en 2016. "(Juró) con impostada voz de Nobel de Paz que no cambiaría ni una sola coma de lo pactado, que cumpliría lo firmado de buena fe y que no nos iba a poner conejo (engañar)", afirmó en el manifiesto.

Santos, quien gobernó Colombia desde 2010 a 2018, fue el principal gestor del pacto de paz con las FARC. Sin embargo, tras el fin de su mandato, optó por dejar la política y sus declaraciones públicas han sido limitadas. Por ello, hoy los desertores le atribuyen parte de la responsabilidad en la que consideran ha sido una "traición" por parte del Estado y muchos se pregunten ésta situación podría significar una derrota para el proceso y su principal impulsor.

Un proceso a largo plazo

El proceso de paz de Colombia viene antecedido por décadas de conflicto armado y varios años de negociaciones infructuosas. En ese sentido, para la académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile Paz Milet, era previsible que éste no se iba a tratar de un proceso fácil, especialmente a la hora de implementar los términos de reinserción. "Siempre van a haber grupos de escisiones, descolocados, gente que no evidencia los beneficios que trae la paz versus el desarrollo de una actividad que es altamente lucrativa en relación con el narcotráfico", explica la analista a Emol.

"Siempre van a haber grupos de escisiones, descolocados, gente que no evidencia los beneficios que trae la paz versus el desarrollo de una actividad que es altamente lucrativa en relación con el narcotráfico"

Paz Milet
Luego de la firma de 2016, cerca de 7.000 rebeldes entregaron sus armas a observadores de las Naciones Unidas como parte del acuerdo negociado con el apoyo de EE.UU., Cuba y Noruega; pero la lentitud con la que se ha implementado el acuerdo y la llegada de un nuevo gobierno que posee una mirada más dura respecto a la reinserción de los ex guerrilleros, ha frustrado a varios ex combatientes.

Duque llegó al poder el año pasado con una agenda de ley y orden que se opone a muchos aspectos del pacto de paz. Aunque luego moderó sus puntos de vista, sus críticos -entre ellos varios arquitectos del acuerdo de paz- lo han acusado de no hacer lo suficiente para proteger a los ex militantes y de alinearse con Washington para desmantelar los tribunales especiales de paz.

"Todo lo que ha ocurrido posterior a la salida de Santos y los intentos por cambiar el contenido del acuerdo han generado descontento también en las FARC", afirma Milet, quien cree que la deserción del grupo liderado por Márquez no debe considerarse un fracaso, "si no una instancia dentro de un proceso que se sabe, de una carrera de fondo, que es de muy largo plazo".

Lo mismo piensa Jorge Restrepo, director del Centro de recursos para el análisis de conflictos (Cerac) de Colombia. "No creo que sea una derrota para el proceso. Es una noticia triste en términos políticos y algo preocupante en términos de seguridad. Pero el proceso, que está en una fase de construcción de paz y de puesta en marcha de los acuerdos, avanza cada vez más rápido".

"Este es un hecho que no alcanza a mellar la estatura de lo que logró el Presidente Santos en su gestión", insiste el también académico de la Universidad Javeriana de Bogotá.

El futuro del pacto y el rol de Santos

"El 90% de las Farc sigue en el proceso de paz. Hay que seguirles cumpliendo. A los desertores hay que reprimirlos con toda contundencia", fue el llamado que emitió este jueves Santos, ante la noticia de la deserción. "¡La batalla por la paz no se detiene!", agregó.
Según informó el Ejecutivo colombiano, actualmente hay aproximadamente unos 2.500 ex militantes de las FARC que han decidido apartarse del acuerdo de paz, desde que éste se firmó hace casi tres años. Con el manifiesto leído por Márquez, el temor a que resurja un nuevo conflicto armado volvió a las calles colombianas.

"Paradójicamente, esta deserción puede llegar a fortalecer el proceso de paz y a que la jurisdicción transicional tome medidas contundentes y rápidas"

Jorge Restrepo
Restrepo es escéptico. Aunque advierte que no se debe "minimizar" la importancia de los tres líderes del grupo desertor y que existe la preocupación por el que puedan ejercer actos terroristas, asegura que no cree que éstos logren reflotar la guerrilla. "Lo que no creo es que esta ruptura que se formaliza en las FARC tenga la capacidad de llevarse a quienes están en el proceso de reincorporación. Le encuentro una muy baja capacidad o probabilidad de éxito para reiniciar una insurgencia y reabrir el conflicto armado", enfatiza y va más allá: "Paradójicamente, esta deserción puede llegar a fortalecer el proceso de paz y a que la jurisdicción transicional tome medidas contundentes y rápidas", asevera.

Sin embargo, sostiene que es "muy importante" que la comunidad internacional se involucre, entregando apoyo político y económico para garantizar la sostenibilidad de la paz. Para él, quien no debe intervenir es Santos. "La discreción por parte de él y de sus ex funcionarios de gobierno es lo que le puede servir más a la sostenibilidad del acuerdo de paz. Evitar cualquier confrontación política y no caer en la tentación de utilizar esto para dividir", subrayó.

La analista de la Universidad de Chile opina diferente. "Él (Santos) tiene un rol fundamental en entender que este es un proceso de largo plazo, en que él se vio no solamente involucrado como actor, en ese momento, en la Presidencia de la República, sino que con el que él se comprometió e incluso ganó el premio Nobel de la Paz por eso. Entonces, él tiene un rol clave en querer que su legado continúe", afirma. "Ahí entra a jugar los espacios que él tenga en la política interna de Colombia", añade.

De todas formas, sí considera que la continuidad de la implementación del acuerdo depende tanto de los actores locales y como internacionales. "El acuerdo fue incorporado a nivel internacional, se asumió un compromiso. Yo creo que en este momento esos actores que intervinieron en la negociación, que validaron y que se comprometieron con apoyo, hoy tienen un rol clave en que esto pueda seguir aplicándose y seguirse trabajando en la lógica de que el proceso de paz pueda aplicarse de manera efectiva", sentencia.
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