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Japón conmemora el octavo aniversario de terremoto y tsunami aún con el estigma de Fukushima latente

El movimiento ocurrido en 2011 todavía tiene consecuencias: personas no se fían del agua o alimentos de las ciudades afectadas, ONGs plantean "información engañosa" y se está a la espera del desmantelamiento de la planta nuclear.

11 de Marzo de 2019 | 09:25 | EFE/Redactado por Diego Gaete, Emol
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EFE
TOKIO.- Japón conmemoró este lunes el octavo aniversario del terremoto y el tsunami que devastó el noreste del país, una catástrofe cuyos estragos mantienen desplazadas a 52.000 personas y aún son visibles en torno a la accidentada central nuclear de Fukushima.

Los más de 18.000 muertos y desaparecidos que dejó el peor desastre en Japón desde la II Guerra Mundial fueron recordados en diversos actos realizados en todo el país, a la hora exacta en que un sismo de 9,0 en la escala abierta de Richter sacudió la costa este de Japón.

El terremoto registrado a las 14:46 hora local (02:46 en Chile) del 11 de marzo de 2011 generó un tsunami que alcanzó los 20 metros de altura en algunos puntos del litoral, barriendo poblaciones enteras a su paso y causando graves daños en la central de Fukushima Daiichi.

Cuando se cumplen ocho años de la catástrofe, los trabajos de reconstrucción se han completado a un 94,5 por ciento en las zonas de la costa nipona que resultaron arrasadas, según los últimos datos oficiales.

Camino a la recuperación

El Primer Ministro nipón, Shinzo Abe, afirmó que Japón "avanza firmemente por el camino de la recuperación", y destacó en particular la reconstrucción de viviendas e infraestructuras en el litoral y los progresos en Fukushima, durante su discurso en un acto de conmemoración celebrado en el Teatro Nacional de Tokio.

Unas 52.000 personas continúan sin poder regresar a sus hogares, la mayoría de ellas procedentes de las áreas de la prefectura de Fukushima que quedaron altamente contaminadas de residuos radiactivos emanados de las fusiones parciales de núcleo de tres de los cuatro reactores de la planta.

Tras completar las tareas de limpieza y descontaminación radiactivas, las autoridades niponas han levantado progresivamente las restricciones de acceso en cuatro de las siete localidades más afectadas por el accidente.

En cambio, prácticamente la totalidad del territorio de Futaba, Okuma y Namie, las localidades más próximas a la central, continúa catalogado "de difícil retorno", y no está claro cuándo podrá ser reabierto a sus habitantes.

"Información engañosa"

Además, varias organizaciones no gubernamentales denuncian que los niveles de radiación son mucho más altos de lo que indican los datos oficiales en muchas zonas alrededor de la central pese a que el Gobierno las ha declarado habitables, como en las localidades de Namie y de Iitate donde se "supera en 100 veces el máximo recomendado a nivel internacional", lo que es "un riesgo significativo" para la población según Greenpeace Japón.

La organización ecologista y antinuclear afirma que el Gobierno nipón ofrece "información engañosa" sobre los niveles de radiación y trata de dar "una falsa imagen de vuelta a la normalidad", mientras que la ONG Japan Platform muestran que los niveles de elementos radiactivos detectados en alimentos procedentes de Fukushima son significativamente mayores que los de otras regiones niponas.

El estigma nuclear que pesa sobre la región hace que muchos de sus habitantes sean reticentes a regresar -todas las localidades afectadas han sufrido una notable pérdida de población-, sobre todo cuando se trata de desplazados con hijos.

Noriko Tanaka, oriunda de la ciudad de Iwaki (a unos 50 km de la central) quien volvió a su hogar tras levantarse la orden de evacuación, explicó en un encuentro con periodistas que no permite a sus hijos beber leche en la escuela ni bañarse en la playa local "porque no sabe si son seguros".

Junto a la limpieza de residuos nucleares y el retorno de los desplazados, el Gobierno nipón tiene por delante el reto de desmantelar la planta de Fukushima, un proceso que se estima que se prolongará al menos 30 años y cuyo coste podría ascender a 20 billones de yenes (160.222 millones de euros).
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