El balonmano nacional está viviendo uno de los mejores momentos de su historia. En enero la selección masculina participó por séptima vez consecutiva en un mundial adulto, y ahora el equipo femenino aseguró su regreso a la Copa del Mundo, tras 14 años de ausencia.
Conseguir uno de los cuatro cupos disponibles que tenía el continente para la cita mundialista no era nada fácil. Había una serie de aspectos que le jugaban en contra a las "Lobas”. Durante la última década, el equipo tuvo que lidiar con una constante rotación de adiestradores.
"Parte fundamental ha sido que por primera vez llevamos un proceso largo con el mismo entrenador y sistema de juego. Anteriormente, cambiábamos cada año y medio de entrenador y era muy difícil poder adaptar el equipo a cada modelo de juego", dijo la portera Antonella Pientini luego de obtener el pasaje al torneo.
Pero eso cambió en enero del 2021, cuando Felipe Barrientos tomó las riendas del proceso con los ojos puestos en la participación en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023.
Barrientos fue un destacado arquero de la disciplina, defendió en innumerables ocasiones a la selección e, incluso, participó de mundiales. Sin embargo, su interés por dedicarse a entrenar, lo llevó a dejar la competencia.
Durante sus últimos años como jugador comenzó a formarse para sentarse en el banquillo. En el 2018 llegó al Zamora de España para defender su portería, pero al mismo tiempo se hizo cargo de la rama femenina del club. Luego de eso terminó sus estudios como entrenador, hasta que en el 2020 sacó el Master Coach, que es el nivel cuatro de la federación europea y el máximo nivel mundial como estratega.
El complejo panorama que lo recibió en Chile
Cuando se hizo cargo de las "Lobas” tenía el gran desafío de superar el contexto en el que estaba inmerso el equipo. Según él, se habían producido grandes carencias, lo que había terminado con “reventar el sistema”.
Esas escaseces a las que hace referencia eran en todos los niveles. En enero del 2021, en plena pandemia, eran muy pocas las jugadoras que formaban parte del seleccionado. Además, según el propio Barrientos, había falta de salud mental entre las deportistas.
Para revertirlo fue que "inventamos un sistema donde a las jugadoras se les diera la oportunidad de cumplir con sus otras tareas, ya sea estudiar o trabajar. Así empecé a llamar a algunas que habían estado en procesos anteriores y recuperarlas, dándole facilidades para que pudieran convivir con su vida y la de la selección", recuerda Barrientos.
De la parte psicológica se encargó Verónica Latuf, ex seleccionada nacional. "Ella ha sido clave con este reencantamiento de las jugadoras, porque me va orientando, poniendo paños fríos cuando es necesario", afirma el ex portero.
Producto de la incorporación de más alternativas, hoy hay cerca de 40 jugadoras a disposición del cuerpo técnico, lo que ha generado que la competencia por entrar en el equipo sea cada vez mayor, y con ello se suba el nivel.
Su futuro en la selección
A pesar de conseguir la clasificación al mundial luego de 14 años, su continuidad al mando de las "Lobas" no es segura, aunque su plan es mantenerse en el cargo y seguir desarrollando la disciplina en Chile.
Su vínculo con la federación terminará luego del regreso de las chilenas a la cita planetaria. Su extensión dependerá de algunos factores, como, por ejemplo, el proyecto que se tenga hacía el futuro y si el próximo presidente de la federación quiere o no contar con su persona. Las elecciones son a inicios del año 2024.
En caso de que su ciclo al frente de “Las Lobas” termine a fines del presente año, el director técnico tiene claro que partirá a Europa, ya que la única forma de ser profesional en el país es dirigiendo a la selección. A nivel de clubes falta mucho por avanzar.
"La liga nacional es un proyecto emergente, que hay que ir mejorando año a año, donde los clubes tienen que ir adaptándose y cada vez ir poniendo más fuerza. Yo espero que en el futuro la liga y los clubes sean el aporte que todos esperamos", expresa.
Los siguientes desafíos de "Las Lobas"
Ahora, lo primero que aparece calendario son los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. En dicha instancia, la meta es clara: Quedar entre los cuatro mejores equipos de la competencia. Para el entrenador es un resultado "bastante ambicioso, pero posible".
Terminada la participación en Chile, el equipo tendrá una breve gira para terminar de prepararse de cara al mundial, que se disputará en Dinamarca, Suecia y Noruega, entre noviembre y diciembre.
Para ese torneo, los objetivos son menos pretenciosos, debido a la larga ausencia de la selección en una cita de tales características. Por ello, el estratega solo espera evitar los últimos puestos y que la asistencia brinde la oportunidad de "crecer, mejorar y sacarle rendimiento al equipo".
