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El colombiano que partió vendiendo en las calles para poder ir a entrenar y que ahora es el "rey del pase" en Copa América

La vida de Wilmar Barrios estuvo marcada por la pobreza y los cuidados de su abuela. Esta noche enfrenta a Chile.

28 de Junio de 2019 | 14:42 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Wilmar Barrios luchando un balón con Lionel Messi.

EFE
"El que quiere, puede. Yo me enfoqué en lo mío, el balón. Me crié y en un barrio donde se vive en condiciones difíciles pude salir adelante. Hay violencia, matanzas. Muchas veces quedé en medio de tiroteos y la tentación de la delincuencia siempre estuvo. Y siempre estaba la droga". Las palabras son de Wilmar Barrios, el volante central de la selección colombiana, un tipo que a sus 25 años sabe que su historia pudo ser otra. La vida ha mejorado para él, pero no la realidad de su origen.


La Candelaria es uno de los guettos más marginales de Cartagena, un lugar donde la vida poco, "donde muchos nacen y pocos se crían", como dice una canción del cantante local Míster Black. En ese inhóspito lugar se forjó "Wilmita".Su familia vivía en una casa de madera y techo de zinc, cuyo frontis era atravesado por un caño de aguas putrefactas que desembocaba en la ciénaga de La Virgen, situada a un par de cuadras del lugar.

Lo material no era su única carencia. Su papá trabajaba todo el día y apenas lo veía. Su mamá, en tanto, se fue a Venezuela cuando era un niño. Hubiese estado solo de no ser por Doña Celia, su abuela, que vendía jugos naturales, helados, "chichas" de arroz o lo que se le ocurriese para poder mantenerlo.

El futuro no ofrecía mucho y el presente era una pelea constante por sobrevivir. Pero en el fútbol Wilmar Barrios pudo encontrar un escape. Gastaba el día pateando una pelota o cualquier cosa que se le asemejase en un lote desnivelado, lleno de piedras y basura que le servía como cancha a él y sus amigos. Muchas veces tenía que jugar descalzo, aunque si estaba de suerte algún amigo le prestaba un par de zapatos.

Barrios quería ser profesional y el primer paso lo dio cuando, a través de su colegio, llegó a Comfenalco, un programa de integración social que a través del fútbol intentaba alejar a los jóvenes de los vicios de la calle. Sin embargo, la felicidad no era completa. El campo de entrenamiento quedaba muy lejos de su casa y no siempre había plata para movilizarse.

"No teníamos para mandarlo a practicar y le agarraban berrinches. Lloraba y lloraba y debíamos salir a buscar dinero. Le dabas lo justo y arrancaba", contó su tío Richard. Wilmar Barrios era consciente de las penurias de su familia y se las empezó arreglar solo, siguiendo el ejemplo de su abuela. Llenaba bolsas de plásticos con agua y salía a vender hielo en una zona donde la temperatura puede superar los 40 grados.

Lo llevaron a Cali para enrolarlo en la Academia Ciclones, pero nunca se sintió cómodo y terminó volviendo a su casa. Parecía que había dejado pasar su oportunidad. Sin embargo, Humberto Ortiz, un reconocido cazatalentos de la zona, lo reclutó para Deportes Tolima con 16 años.

Tras cuatro temporadas, hizo su debut como profesional y en poco tiempo se convirtió en figura. Dio una vuelta olímpica con el club de Ibagué y se convirtió en uno de los mejores volantes de la liga colombiana.


Su buen nivel tentó a Boca Juniors, uno de los cuadros más grande de Sudamérica, y voló hacia Argentina. Le costó al principio. El cuadro xeneize estaba lleno de estrellas, pero se terminó abriendo paso sentando a Fernando Gago en el banco. Fue campeón, ídolo, lo convocaron para el Mundial de Rusia y lo transfirieron en un monto millonario al Zenit de San Petersburgo a fines del 2018.

Para esta Copa América toda la responsabilidad iba a caer en él. Carlos Sánchez, referente de la mitad de la cancha en los últimos, no iba a estar. Y hasta el momento Wilmar Barrios ha respondido a la altura de las expectativas. Es la cabeza del triangulo invertido que plantea el técnico Carlos Queiroz en el medio y se mueve con la potencia de un tractor a la hora de recuperar la pelota. Ante Argentina, por ejemplo, fue capaz de minar la genialidad de Lionel Messi.

Sin embargo, el quite no es lo único que se ha destacado en esta Copa América. Según datos de Datafactory, ha tenido un 95,6 por ciento de precisión en sus pases, más que ningún otro jugador en el torneo.

Para Chile, Barrios será un duro escollo esta noche. Juega como si las canchas de Brasil fuesen una extensión de La Candelaria, cuando no tenía nada más.
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